lunes, 29 de noviembre de 2010
Enrique Berenguer "Blanquet"
Enrique Berenguer "Blanquet" (1881-1926), Actuó a las ordenes de Joselito "El Gallo", Manuel Granero e Ignacio Sánchez Mejías. Los tres resultaron muertos en la plaza. Los dos primeros cuando actuaba con ellos.
Esta es una historia o leyenda que pone los pelos de punta. Dicen que presentía la muerte oliendo a cera derretida. El día de la muerte de Joselito en Talavera estando en el patio de caballos percibió ese fuerte olor a cera y luego pasó lo que pasó...El día de la mortal cogida de Granero también en el patio de cuadrillas percibió el mismo olor, lo que le produjo una terrible angustia, miró a su alrededor y vio a Juan Luís de la Rosa con la cara blanca y desencajada. Blanquet le preguntó: "¿Juan Luís tu también lo hueles?" Éste le contestó: "Si.... Y sale de tu jefe". Más tarde Pocapena acabó con la vida del pobre Granero en una de las cogidas mas horribles que se recuerdan.
Enrique Belenguer, fue peón de briega en la cuadrilla de Joselito "el gallo", la tarde en la que se produce la muerte del matador estaba muy inquieto y decía percibir un intenso olor a cera. La cosa había sido una simple anécdota si no fuera porque, un año después, Blanquet entra en la cuadrilla de Manuel Granero y la historia se repite: huele a cera en la plaza de las ventas de Madrid, sus compañeros se temen lo peor y así fue, el diestro muere empitonado.
Blanquet se retira, hasta que es requerido por el famoso matador Ignacio Sánchez Mejías, una tarde en la Maestranza sevillana, el peón vuelve a oler la cera, pero el matador terminó la faena sano y salvo.
-"Esta vez te haz equivocado".
Le dijeron sus compañeros, pero fue el propio Blanquet quien falleció ese mismo día de un infarto. El hombre había olido su propio fin
“Blanquet” ha sido, a decir de los estudiosos del tema, el mejor banderillero-peón de confianza-lidiador que ha habido en el toreo. Estuvo en la cuadrilla del célebre matador José Gómez Ortega “Gallito Chico”, más conocido como “Joselito El Gallo”, (Gelves, 1895), desde que éste tomó la alternativa en Sevilla en 1912 de manos de su hermano Rafael “El Gallo” (1882-1960). Joselito formó a Juan Belmonte (1892-1962), conocido como “El pasmo de Triana ”, una pareja única en “La Fiesta”; amigos en la calle y rivales en la plaza, elevaron el toreo a cotas jamás alcanzadas, lo que dio origen a la llamada “Edad de Oro del Toreo”. La afición taurina de toda España se dividió en dos bandos irreconciliables: gallistas y belmontistas. Un triste día en Talavera de la Reina acabó con todo
viernes, 30 de enero de 2009
LAS GEMELAS
Aquí os traemos, como cada semana, un nuevo misterio espeluznante. Apretaos los cinturones, porque este es, de los que llevamos hasta ahora, el más escalofriante. Esto empieza YA
Las niñas tuvieron que cruzar solas porque a la madre la llamaron del trabajo para que fuera urgentemente. Les dijo a las niñas que cruzaran solas, pero que tuvieran cuidado, mirando a los dos lados. Las niñas obedecieron.
Nada más girarse la madre para marcharse oyó un golpe muy fuerte detrás de ella. Eran sus hijas, habían sido atropelladas por un camión. desgraciadamente, las dos habían muerto.
Cuatro años más tarde la madre, aún joven, ya que tenía 34 años, todavía vivía en la misma casa cerca de la carretera y no olvidaba ningún día a sus dos gemelas. Afortunadamente, había vuelto a tener hijos, y casualmente eran dos gemelas. Además, eran muy parecidas a las que murieron atropelladas. Esto hacía que la madre olvidara en parte ese trágico suceso.
Pero la fatalidad estuvo a punto de volver a la familia, a pesar de prohibirles expresamente acercarse a la carretera.
Un día las dos niñas estaban jugando y decidieron cruzar la carretera. No venía nadie en ningún sentido, no había peligro. En el último momento apareció su madre que chillando muy alterada, les dijo que no cruzaran, a lo que las niñas respondieron al unísono:
- Si no pensábamos cruzar,... ya nos atropellaron una vez y no volverá a ocurrir…
GONZALO GAMERO SOTO
viernes, 23 de enero de 2009
TESORO EN LA CASA DE LAS CONCHAS
Este edificio, situado en el centro de la ciudad de Salamanca, que comenzó a edificarse en 1493 y cuya obra no finalizó hasta 1517, posee una combinación de estilo gótico con elementos platerescos, renacentistas y moriscos. Más tarde, será reparado y ampliado, dando lugar a una nueva fachada lateral. En 1929 es declarado Monumento Nacional y a partir de 1993 comienza a funcionar, entre otras cosas, como Biblioteca Pública del Estado, actual propietario del edificio desde 2005, año en que la Junta de Andalucía la permuta por otro edificio.
Con respecto a la elección de la fachada y su posible decoración se han dicho varias cosas. Por un lado, se sabe que fue el Doctor Rodrigo Arias, que la comprara en torno a 1482, era canciller y caballero de Santiago, por lo que es lógico que, al estar tan unido a esta ciudad, decidiese que la decoración del edificio se compusiera de vieiras (su concha es la Venera, insignia de los peregrinos de Santiago) en su fachada.
Otra razón a las conchas puede ser que su hija, Arias Maldonado, que acababa de contraer matrimonio con Juana, de la familia de los Pimentel, cuyos escudos están simbolizados por conchas, una muestra del amor que Don Rodrigo sentía por su esposa.
Tras una serie de disputas por su propiedad, el palacio resistirá junto a unas trescientas setenta y tres conchas en su fachada. Hasta entonces, nadie había mencionado nada sobre la posibilidad de un tesoro bajo las vieiras.
Las posibles teorías apuntan, por un lado, a que se trate de una farsa creada por los jesuitas, a los que Margarita de Austria les había cedido siete mil metros cuadrados justo en frente de la Casa de las Conchas para construir, a priori, la Clerecía de San Marcos y una de sus alas. Así, para poder observar perfectamente la magnificencia del nuevo edificio construido, que representara para unos la paloma del Espíritu Santo y para otros el águila de los austrias, había que derruir la Casa de las Conchas. Y la mejor manera sería inventarse un bulo en torno a un posible tesoro escondido, lo cual motivaría los deseos codiciosos de la plebe de derribarlo hasta dar con esta fortuna.
Lo único que sí es cierto es que la Compañía de Jesús tenía intención de comprar el palacio de las Conchas para derribarlo posteriormente. Ahí radicaría la leyenda de su posible tesoro, así como del modo en que los jesuitas quisieron efectuar el pago mediante la promesa de que pagarían una moneda de oro por cada concha, lo que se traduce en trescientas setenta y tres monedas, cantidad que finalmente no bastó para su compra.
Por otro lado, existía una costumbre por la cual, a la hora de construir un nuevo edificio se ponía una moneda de oro en la construcción para atraer la buena suerte del edificio, por lo que no sería tan rara tal leyenda del tesoro.
Posteriormente iría cayendo en abandono, seccionándose en espacios destinados a una carnicería, un bar, una pastelería o una hojalatería, hasta que comenzaron las obras de restauración.
Así las cosas, la existencia de un tesoro bajo las vieiras de la Casa de las Conchas, es algo que posiblemente nunca llegaremos a saber.
martes, 30 de diciembre de 2008
EL MISTERIO DE LOS MAGOS DE ORIENTE
Esta curiosa y extraordinaria revelación se encuentra contenida en una tablilla, en la que se han acuñado caracteres cuneiformes. Se trata de un auténtico documento astronómico y astrológico (entonces las dos disciplinas eran hermanas gemelas) que revela la existencia de una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis en el año 7 antes de Cristo.
Los Evangelios enmarcan el nacimiento de Jesús en tiempos del censo del imperio ordenado por César Augusto, cuando Quirino era gobernador de Siria, y en los últimos años del rey Herodes, quien falleció el mes de marzo del año 4 a.C. Para los historiadores, Jesús nació unos siete años antes del año «0». El evangelista Mateo (2, 2) pone en relación el evento de Belén con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina. Y es precisamente en este momento en el que la tablilla de arcilla ofrece un testimonio particular.
Existen muchas hipótesis sobre la estrella que vieron los magos (”magoi” en griego era la palabra con que se denominaba a la casta de sacerdotes persas y babilonios que se dedicaban al estudio de la astronomía y de la astrología) y que les llevó a afrontar un viaje de unos mil kilómetros con el objetivo de rendir homenaje a un recién nacido.
El 17 de diciembre de 1603, Johannes Kepler, astrónomo y matemático de la corte del emperador Rodolfo II de Habsburgo, al observar con un modesto telescopio desde el castillo de Praga el acercamiento de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, se preguntó por primera vez si el Evangelio no se refería precisamente a ese mismo fenómeno. Hizo concienzudos cálculos hasta descubrir que una conjunción de este tipo tuvo lugar en el año 7 a.C. Recordó también que el famoso rabino y escritor Isaac Abravanel (1437-1508) había hablado de un influjo extraordinario atribuido por los astrólogos hebreos a aquel fenómeno: el Mesías tenía que aparecer durante una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Kepler habló en sus libros de su descubrimiento, pero la hipótesis cayó en el olvido perdida entre su inmenso legado astronómico.
Faltaba una demostración científica clara. Llegó en 1925, cuando el erudito alemán P. Schnabel descifró anotaciones neobabilonias de escritura cuneiforme acuñadas en una tabla encontrada entre las ruinas de un antiguo templo del sol, en la escuela de astrología de Sippar, antigua ciudad que se encontraba en la confluencia del Tigris y el Éufrates, a unos cien kilómetros al norte de Babilonia. La tablilla se encuentra ahora en el Museo estatal de Berlín.
Entre los numerosos datos de observación astronómica sobre los dos planetas, Schnabel encuentra en la tabla un dato sorprendente: la conjunción entre Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis tiene lugar en el año 7 a.C., en tres ocasiones, durante pocos meses: del 29 de mayo al 8 de junio; del 26 de septiembre al 6 de octubre; del 5 al 15 de diciembre. Además, según los cálculos matemáticos, esta triple conjunción se vio con gran claridad en la región del Mediterráneo.
Si este descubrimiento se identifica con la estrella de Navidad de la que habla el Evangelio de Mateo, el significado astrológico de las tres conjunciones hace sumamente verosímil la decisión de los Magos de emprender un largo viaje hasta Jerusalén para buscar al Mesías recién nacido. Según explica el prestigioso catedrático de fenomenología de la religión de la Pontificia Universidad Gregoriana, Giovanni Magnani, autor del libro «Jesús, constructor y maestro» («Gesú costruttore e maestro, Cittadella, Asís, 1997), «en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo y la constelación de Piscis como el signo del final de los tiempos. El planeta Saturno era considerado en Oriente como la estrella de Palestina. Cuando Júpiter se encuentra con Saturno en la constelación de Piscis, significa que el Señor del final de los tiempos se aparecerá este año en Palestina. Con esta expectativa llegan los Magos a Jerusalén, según el Evangelio de Mateo 2,2». «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle» preguntan los magos a los habitantes de Jerusalén y después a Herodes.
La triple conjunción de los dos planetas en la constelación de Piscis explica también la aparición y la desaparición de la estrella, dato confirmado por el Evangelio. La tercera conjunción de Júpiter y Saturno, unidos como si se tratara de un gran astro, tuvo lugar del 5 al 15 de diciembre. En el crepúsculo, la intensa luz podía verse al mirar hacia el Sur, de modo que los Magos de Oriente, al caminar de Jerusalén a Belén, la tenían en frente. La estrella parecía moverse, como explica el Evangelio, «delante de ellos» (Mt 2, 9).